Por Marcelo Honores
El Defensor del Pueblo Adjunto en Derechos Humanos y Salud, reflexiona sobre un episodio histórico del que hoy se cumplen 40 años: la visita a nuestro país de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en plena dictadura.
“En la República Argentina se cometieron numerosas y graves violaciones de fundamentales derechos humanos”, así concluía el copioso y fundado informe que la Comisión Interamericana emitió meses después de su visita a la Argentina, aquella que daría comienzo un jueves 6 de septiembre, cuarenta años atrás. Ese órgano tuvo el coraje de presentarlo oficialmente ante una OEA compuesta por muchos países que por entonces se encontraban ilegal e ilegítimamente gobernados por militares.
Ese informe fue prohibido en Argentina, pero la dictadura no logró frenar el impacto que su divulgación produjo en el mundo entero. Tampoco pudo evitar la circulación en el país… ni aún el más cruento terror promovido desde el Estado significó un impedimento para que hombres de la talla de Emilio Mignone afrontaran con riesgo personal su distribución clandestina. Ya no sólo el mundo sabía, sino que para el país comenzaba a ser una verdad indiscutida.
Se trató de una visita muy esperada por quienes bregaban por la defensa de los derechos humanos. Y de una extremadamente combatida por la cúpula militar, aunque finalmente ésta debió ceder a la presión internacional y avalar el ingreso de la comitiva. La visita fue, sin lugar a duda, de significativa trascendencia no sólo para nuestro país, sino también para el mundo.
Durante los catorce días de permanencia, la Comisión se estableció en Buenos Aires, en la Av. de Mayo 760, sede de la OEA. En ese período se entrevistó con varias autoridades de facto, entre ellas Jorge Videla y demás integrantes de la Junta Militar. Además, con representantes de organizaciones políticas, entre los que asistieron Ricardo Balbín y Raúl Alfonsín, entidades defensoras de derechos humanos, religiosas, asociaciones sociales, sindicales y profesionales, se reunió con víctimas y familiares de víctimas, recibió más de cinco mil quinientas denuncias entre Buenos Aires, Tucumán y Córdoba-ciudades por donde también estuvo- y recorrió centros de detención.
La visita de la Comisión se produjo en plena dictadura. Y pese al denodado esfuerzo de las autoridades militares por solapar las graves violaciones que en nuestro país ocurrían,- por ejemplo recurriendo a cambios edilicios en la ESMA u ocultando personas detenidas- el informe de la CIDH detalló con precisión las graves violaciones a los derechos humanos que aquí se registraban durante el período.
El documento serviría también de gran aporte a la extraordinaria labor llevada a cabo por la CONADEP en 1984, cuyo trabajo a su vez, sería luego de invaluable relevancia para el desarrollo del Juicio a las Juntas en 1985. La visita institucional de la CIDH al país permitió que muchas personas recuperaran su libertad, escapando de la tortura y desaparición forzada, y fue uno de los principales hitos que cooperaron en el fin de la dictadura.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos es uno de los principales órganos del sistema de protección regional. Este año, además, se cumplen sesenta años de su creación. Ella, junto a la Corte Interamericana, ha sido clave no sólo para Argentina sino para los restantes países americanos en la recuperación y sostenimiento de las democracias en América, bregando siempre por la Memoria, la Verdad y la Justicia. Ha permitido un ámbito fértil para el desarrollo progresivo de los derechos humanos de todas las personas que habitan sus territorios.Tal como cuarenta años atrás, las personas acuden a la CIDH cuando en el ámbito interno no encuentran remedios adecuados y/u oportunos frente a situaciones de vulneración. El sistema es una herramienta adicional de protección y tenemos derecho a conocerlo y a ejercerlo.
#DDHHySalud