Estamos cada vez más cerca de celebrar los cuarenta años ininterrumpidos de democracia en Argentina, y como siempre sucede en fechas como estas, es sano hacer un ejercicio de reflexión para entender qué significa este dato, en qué momento estamos y hacia dónde podemos ir.
En primer lugar, cuatro décadas de un sistema democrático en continuado es de suma importancia sobre todo para nuestro país, que vivió buena parte de su historia con crudas disputas internas, primero, y con una serie de crueles dictaduras militares, después.
La democracia es el mejor sistema político, y su fortalecimiento tiene que ser un compromiso constante entre todas y todos. Existen cambios, tensiones, y luchas que muchas veces pueden impactar de forma negativa, por lo que apuntalar este proceso debe ser una tarea constante y a conciencia.
Como nunca en mucho tiempo, estos ataques están expuestos en la superficie de nuestra vida democrática. En los últimos meses, experimentamos reiterados episodios de violencia, ya sea simbólica como física, que no hacen otra cosa que poner un interrogante sobre la fortaleza de toda la estructura.
Quienes hemos vivido en dictadura sabemos lo rápido que todo se puede desmoronar, por lo que estos hechos son un llamado de atención que exigen respuestas rápidas y eficaces que sirvan para protegernos y prepararnos para estos tiempos complejos, siempre dentro de los límites de la democracia.Claro que es un sistema perfectible.
En estos casi cuarenta años existen muchas deudas que no han sido saldadas y problemas de difícil solución que deben ser encarados con seriedad y compromiso. Es una gran necesidad incluir a las personas que aún se encuentran postergadas, garantizarles sus derechos y darles oportunidades para desarrollarse en un contexto de igualdad.
También es necesario adecuarnos a las nuevas demandas vinculadas con el desarrollo tecnológico, la actual forma de relacionarnos y cómo la sociedad muta cada vez más rápidamente, cambios totalmente vertiginosos y que requieren de suma atención.
De todas formas, no podemos dejar pasar por alto los cada vez más frecuentes mensajes de odio, las manifestaciones de violencia y la búsqueda de acciones extremas ya sea desde personajes aislados como de algunas fuerzas vinculadas a la política.
Es necesario entender que estamos ante un nuevo problema que tiene todos los vicios que vimos en los años más oscuros de nuestra historia. Debemos comprometernos y militar para sostener esta vida democrática que es el mejor sistema para defender la equidad y justicia.
Como cada 10 de diciembre, cuando celebramos el Día de la Restauración de la Democracia, dejamos por un momento de lado nuestras preocupaciones y diferencias para festejar todo lo que logramos en estos años, pero hoy más que nunca se impone redoblar el esfuerzo para mantener y disfrutar todo lo alcanzado. Mejor sigamos celebrando la democracia.
*Por Guido Lorenzino, Defensor del Pueblo bonaerense.