El tratamiento de las noticias, las fuentes utilizadas y hasta el uso de las fotografías en las notas relacionadas a temáticas de género en los medios de la Provincia muestran ciertos avances pero también ponen sobre la mesa una serie de dificultades y desafíos que plantean la necesidad de pensar a la comunicación desde una perspectiva ampliada.
Mediante un análisis sobre diferentes medios de comunicación digitales, la Defensoría del Pueblo bonaerense apuntó a ver cómo se configura la perspectiva de género según la cobertura de hechos que tuvieran que ver con los estereotipos, la discriminación y violencia, la participación de las mujeres y disidencias en la esfera política y su rol en la gestión de la pandemia.
El estudio, realizado por la Secretaría de Políticas de Género, Niñez y Adolescencia del organismo que conduce Guido Lorenzino, analizó los titulares, las formas de nombrar a las mujeres, otras feminidades y las masculinidades que ejercen violencia, cuáles son las fuentes a la que se accedió, qué temáticas se abordaron con mayor frecuencia, si las mujeres u otras feminidades tuvieron protagonismo en relación a cuestiones políticas, si las portadas representaron noticias vinculadas a la temática abordada; entre otros factores.
El informe plantea que existen ciertas prácticas periodísticas que ponen de relieve la necesidad de generar una mirada comunicacional que incluya a las personas históricamente catalogadas como víctimas, visibilice a las diversidades de género y a quienes son ejecutores de esos múltiples tipos de violencias.
Esto se puede ver, por ejemplo, en que el discurso mediático protagonizado por mujeres, travestis, personas trans y disidencias estuvo asociado principalmente a algún hecho de violencia o discriminación contra la integralidad física o psicológica de sus protagonistas.
En escasas oportunidades las notas reflejaron a mujeres como eje de actividades vinculadas al desarrollo de la vida pública.
En el caso de los victimarios, hay una observación a cómo los muestran según su rango social. Por ejemplo, en aquellas notas en las cuales los agresores fueron masculinidades cis que pertenecian a un grupo con dificultades socio-económicas, las adjetivaciones fueron “el agresor”, “el sujeto”, “el acusado”, “el detenido”, etc. En cambio, cuando el agresor fue una masculinidad cis perteneciente a un grupo socio-económico alto, su usaron construcciones tales como “el empresario”, “el hombre”, “el esposo”, etc.
A su vez, en el uso de fotografías se pudo ver una práctica común, en la que quedaron expuestas las caras de las víctimas pero no las de los victimarios.
También se observó que en la mayoría de los casos se brindó el nombre de la víctima y no así el de la persona que ejerció algún tipo de violencia. Para el caso de las fuentes, se analizó que la amplia mayoría tienen que ver con las judiciales y policiales, y la minoría estuvieron relacionadas a las voces de las mujeres u organismo referidos a la temática.
En este sentido, la igualdad de oportunidades en materia económica y simbólica, el acceso equitativo a espacios políticos y otros puntos no deben quedar relegados.
El estudio, realizado por la Secretaría de Políticas de Género, Niñez y Adolescencia del organismo que conduce Guido Lorenzino, analizó los titulares, las formas de nombrar a las mujeres, otras feminidades y las masculinidades que ejercen violencia, cuáles son las fuentes a la que se accedió, qué temáticas se abordaron con mayor frecuencia, si las mujeres u otras feminidades tuvieron protagonismo en relación a cuestiones políticas, si las portadas representaron noticias vinculadas a la temática abordada; entre otros factores.
El informe plantea que existen ciertas prácticas periodísticas que ponen de relieve la necesidad de generar una mirada comunicacional que incluya a las personas históricamente catalogadas como víctimas, visibilice a las diversidades de género y a quienes son ejecutores de esos múltiples tipos de violencias.
Puntos en discusión
El estudio mostró que se reproducen ciertos sentidos en relación a las mujeres y disidencias. Si bien existieron avances, en el plano mediático se continúan manteniendo construcciones que refuerzan la revictimización de ciertos géneros, a través de su exposición y reproducción de estereotipos, entre otras discriminaciones.Esto se puede ver, por ejemplo, en que el discurso mediático protagonizado por mujeres, travestis, personas trans y disidencias estuvo asociado principalmente a algún hecho de violencia o discriminación contra la integralidad física o psicológica de sus protagonistas.
En escasas oportunidades las notas reflejaron a mujeres como eje de actividades vinculadas al desarrollo de la vida pública.
En el caso de los victimarios, hay una observación a cómo los muestran según su rango social. Por ejemplo, en aquellas notas en las cuales los agresores fueron masculinidades cis que pertenecian a un grupo con dificultades socio-económicas, las adjetivaciones fueron “el agresor”, “el sujeto”, “el acusado”, “el detenido”, etc. En cambio, cuando el agresor fue una masculinidad cis perteneciente a un grupo socio-económico alto, su usaron construcciones tales como “el empresario”, “el hombre”, “el esposo”, etc.
A su vez, en el uso de fotografías se pudo ver una práctica común, en la que quedaron expuestas las caras de las víctimas pero no las de los victimarios.
También se observó que en la mayoría de los casos se brindó el nombre de la víctima y no así el de la persona que ejerció algún tipo de violencia. Para el caso de las fuentes, se analizó que la amplia mayoría tienen que ver con las judiciales y policiales, y la minoría estuvieron relacionadas a las voces de las mujeres u organismo referidos a la temática.
Nueva perspectiva
El informe considera que el ejercicio de la violencia de género no está limitado al ámbito familiar sino que se expande a espacios laborales, públicos, políticos, institucionales, educativos y otros.En este sentido, la igualdad de oportunidades en materia económica y simbólica, el acceso equitativo a espacios políticos y otros puntos no deben quedar relegados.
Por eso, es importante nombrar aquellas políticas públicas o conflictos que no tengan que ver necesariamente con situaciones de violencia, discriminación o desigualdad para la promoción de una sociedad propositiva y activa en la exigencia del pleno cumplimiento de sus derechos.
En el estudio queda claro que los ejes de discriminación, violencia de género, femicidios y abusos fueron los que tuvieron mayor tratamiento mediático.
En este sentido, se sostiene que existe una asociación entre las nociones vinculadas a las mujeres y personas LGBTIQ+ y las asociadas a algún tipo de violencia o criminalización.
En el estudio queda claro que los ejes de discriminación, violencia de género, femicidios y abusos fueron los que tuvieron mayor tratamiento mediático.
En este sentido, se sostiene que existe una asociación entre las nociones vinculadas a las mujeres y personas LGBTIQ+ y las asociadas a algún tipo de violencia o criminalización.
Por lo tanto, es necesario nombrar aquellas políticas públicas o conflictos que no tengan que ver necesariamente con situaciones de violencia, discriminación o desigualdad para la promoción de una sociedad propositiva y activa en la exigencia del pleno cumplimiento de sus derechos.
Resultaría de vital importancia la promoción de canales de difusión que faciliten a la sociedad el acceso a todas las políticas públicas en materia de violencia de género y discriminación, ya que existen numerosas estrategias de visibilización como de abordaje para su erradicación. También, potenciar los espacios de participación, capacitación y colaboración en el abordaje de la problemática que promueve la Defensoría, según las condiciones materiales, históricas y simbólicas y las necesidades específicas de cada región.
Otro punto a tener en cuenta sería revisar la denominación de espacios vinculados al género o al abordaje de los conflictos vinculados a la temática de género.
En este sentido, generalizarlos como “violencia de género” puede obstaculizar el abordaje de la cuestión desde perspectivas que no tengan que ver con hechos de violencia. Por lo tanto, dejar atrás este modelo serviría para visibilizar la participación de mujeres o personas de comunidades LGBTIQ+ en la esfera pública.
Descargar el Informe cliqueando ACÁ
Algunas recomendaciones
Ante este panorama, sería recomendable la articulación entre los medios y las direcciones de políticas de género de los estados locales.Resultaría de vital importancia la promoción de canales de difusión que faciliten a la sociedad el acceso a todas las políticas públicas en materia de violencia de género y discriminación, ya que existen numerosas estrategias de visibilización como de abordaje para su erradicación. También, potenciar los espacios de participación, capacitación y colaboración en el abordaje de la problemática que promueve la Defensoría, según las condiciones materiales, históricas y simbólicas y las necesidades específicas de cada región.
Otro punto a tener en cuenta sería revisar la denominación de espacios vinculados al género o al abordaje de los conflictos vinculados a la temática de género.
En este sentido, generalizarlos como “violencia de género” puede obstaculizar el abordaje de la cuestión desde perspectivas que no tengan que ver con hechos de violencia. Por lo tanto, dejar atrás este modelo serviría para visibilizar la participación de mujeres o personas de comunidades LGBTIQ+ en la esfera pública.
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