“La mejor forma de evitar la violencia escolar es posibilitar mecanismos de prevención, fomentando actitudes y hábitos de convivencia pacífica y de respeto a las libertades individuales y los derechos de los ciudadanos”, sostuvo el equipo “Conflictos en el ámbito escolar” de la Defensoría del
“La mejor forma de evitar la violencia escolar es posibilitar mecanismos de prevención, fomentando actitudes y hábitos de convivencia pacífica y de respeto a las libertades individuales y los derechos de los ciudadanos”, sostuvo el equipo “Conflictos en el ámbito escolar” de la Defensoría del Pueblo de la provincia de Buenos Aires que participó de la 5ta. Jornada de educación de la Región 4 - DIPREGEP, “La escuela: conciencia y prevención”, que se desarrolló en Florencio Varela, donde expuso la ponencia “Hacia una pedagogía de la paz”.
El programa dirigido por el Defensor del Pueblo Adjunto en Derechos Humanos y Salud, Marcelo Honores, de esta forma, presentó ante un público conformado básicamente por docentes, las ideas que el equipo multidisciplinario pone en práctica cada vez realiza los talleres de convivencia en escuelas públicas y privadas de la Provincia.
“La pedagogía está en crisis, muestra de ello son muchas de las aulas violentas que tenemos hoy”, sostuvo en su exposición la coordinadora del programa, Mónica Bornia, al presentar la ponencia de la Defensoría. Y amplió que “hay que diferenciar entre las simples burlas entre niños y el problema actual que enfrenta a una escuela pacífica, con las diversas violencias que irrumpen y se desarrollan en sus espacios”.
Dijo que la “escuela pacífica no fue pensada para trabajar con la violencia, pero la violencia está y se debe transformar en otra cosa no violenta. Algo tenemos que hacer. Pero la pregunta que se impone es: qué”.
Bornia propuso “pensar la escuela como un agente dinamizador y creador de espacios de participación en una nueva realidad, como base para el desarrollo en paz”. Y destacó que “la puesta en práctica de la dinámica de adaptación a ese escenario, demanda fortalecer a toda la sociedad empezando por los chicos”.
La ponencia de la Defensoría subraya que “las prácticas pedagógicas deben asegurar desde el sistema educativo democrático las posibilidades de aprender y practicar conocimientos vinculados a la resolución de conflictos por vía pacífica, al diálogo intercultural, al ejercicio de derechos individuales y colectivos, y a la libertad de conciencia y de pensamiento en una sociedad plural e igualitaria”.
Añade que esos “conocimientos se aplicarán no sólo a la vida escolar, sino como fórmulas para bajar la intensidad o eliminar los conflictos de tipo intrapersonal, como los de nivel familiar, comunitario, problemáticas originadas en el medio urbano”.
Establece, además, que “es necesario aprender a construir la paz en todos los espacios posibles y aquí la paz se construye diariamente, con respeto por los derechos y la dignidad humana, con cumplimiento de los deberes y compromisos”.
“Debemos ayudar a los chicos a ser resistentes a la socialización en contravalores (consumismo, mercantilización, materialismo, hedonismo, dinero, superficialidad, cultura del entretenimiento, etc.), porque todo ello genera consecuencias evidentes en nuestra sociedad, como por ejemplo la pérdida de autoridad en las familias, cuando los padres no saben decir no y los hijos no toleran la frustración”, amplía.
Concluye que “la mejor forma de evitar la violencia escolar es a través de la prevención, con actitudes y hábitos de convivencia pacífica y de respeto a las libertades individuales y los derechos de los ciudadanos”.
Asimismo, durante la 5ta. Jornada de educación desarrollada en Florencio Varela, el equipo de la Defensoría también presentó la ponencia “Educar en valores. Competencia social y ciudadanía en nuevos contextos”, tarea que estuvo a cargo de Antonela Manchini, Jorge Ulianow, Mercedes Oyuela Mallo y Daniel Lema.
El mensaje apunta a la necesidad de “aceptar que el paradigma de hogar y familia contenedora que refuerza y avala los valores enseñados por el docente, está en crisis”, y en ese sentido, se entiende que “es un hecho que debemos considerar si queremos operar un cambio efectivo y positivo en la sociedad”.
“Estamos preocupados, porque por un lado caducaron las estrategias, ya que sigue en vigencia una escuela pensada para un contexto que ya no existe y porque los problemas más importantes no están en el aula, sino en el contexto y por otro lado aún no hallamos respuestas nuevas”, señala el documento.
Finalmente, plantea el desafío de “inventar, probar, con cautela, pero inventar y probar; repensar la convivencia y lo que es más difícil, pensarnos en la convivencia, como convivientes”.
El programa dirigido por el Defensor del Pueblo Adjunto en Derechos Humanos y Salud, Marcelo Honores, de esta forma, presentó ante un público conformado básicamente por docentes, las ideas que el equipo multidisciplinario pone en práctica cada vez realiza los talleres de convivencia en escuelas públicas y privadas de la Provincia.
“La pedagogía está en crisis, muestra de ello son muchas de las aulas violentas que tenemos hoy”, sostuvo en su exposición la coordinadora del programa, Mónica Bornia, al presentar la ponencia de la Defensoría. Y amplió que “hay que diferenciar entre las simples burlas entre niños y el problema actual que enfrenta a una escuela pacífica, con las diversas violencias que irrumpen y se desarrollan en sus espacios”.
Dijo que la “escuela pacífica no fue pensada para trabajar con la violencia, pero la violencia está y se debe transformar en otra cosa no violenta. Algo tenemos que hacer. Pero la pregunta que se impone es: qué”.
Bornia propuso “pensar la escuela como un agente dinamizador y creador de espacios de participación en una nueva realidad, como base para el desarrollo en paz”. Y destacó que “la puesta en práctica de la dinámica de adaptación a ese escenario, demanda fortalecer a toda la sociedad empezando por los chicos”.
La ponencia de la Defensoría subraya que “las prácticas pedagógicas deben asegurar desde el sistema educativo democrático las posibilidades de aprender y practicar conocimientos vinculados a la resolución de conflictos por vía pacífica, al diálogo intercultural, al ejercicio de derechos individuales y colectivos, y a la libertad de conciencia y de pensamiento en una sociedad plural e igualitaria”.
Añade que esos “conocimientos se aplicarán no sólo a la vida escolar, sino como fórmulas para bajar la intensidad o eliminar los conflictos de tipo intrapersonal, como los de nivel familiar, comunitario, problemáticas originadas en el medio urbano”.
Establece, además, que “es necesario aprender a construir la paz en todos los espacios posibles y aquí la paz se construye diariamente, con respeto por los derechos y la dignidad humana, con cumplimiento de los deberes y compromisos”.
“Debemos ayudar a los chicos a ser resistentes a la socialización en contravalores (consumismo, mercantilización, materialismo, hedonismo, dinero, superficialidad, cultura del entretenimiento, etc.), porque todo ello genera consecuencias evidentes en nuestra sociedad, como por ejemplo la pérdida de autoridad en las familias, cuando los padres no saben decir no y los hijos no toleran la frustración”, amplía.
Concluye que “la mejor forma de evitar la violencia escolar es a través de la prevención, con actitudes y hábitos de convivencia pacífica y de respeto a las libertades individuales y los derechos de los ciudadanos”.
Asimismo, durante la 5ta. Jornada de educación desarrollada en Florencio Varela, el equipo de la Defensoría también presentó la ponencia “Educar en valores. Competencia social y ciudadanía en nuevos contextos”, tarea que estuvo a cargo de Antonela Manchini, Jorge Ulianow, Mercedes Oyuela Mallo y Daniel Lema.
El mensaje apunta a la necesidad de “aceptar que el paradigma de hogar y familia contenedora que refuerza y avala los valores enseñados por el docente, está en crisis”, y en ese sentido, se entiende que “es un hecho que debemos considerar si queremos operar un cambio efectivo y positivo en la sociedad”.
“Estamos preocupados, porque por un lado caducaron las estrategias, ya que sigue en vigencia una escuela pensada para un contexto que ya no existe y porque los problemas más importantes no están en el aula, sino en el contexto y por otro lado aún no hallamos respuestas nuevas”, señala el documento.
Finalmente, plantea el desafío de “inventar, probar, con cautela, pero inventar y probar; repensar la convivencia y lo que es más difícil, pensarnos en la convivencia, como convivientes”.