A 42 años de Malvinas: reflexionamos y recordamos

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A 42 años de Malvinas, recordamos a los 649 argentinos que murieron en las islas, a los que también lo hicieron en la posguerra y a los veteranos del conflicto bélico iniciado el 2 de abril de 1982.

“Era una madrugada fría, cuando las fuerzas armadas argentinas desembarcaron en las islas Malvinas y en el continente”. (Secretaria de Cultura de la Nación).

Es un día para recurrir a la memoria de lo que pasó y cuando pasó. La guerra sucedió durante la dictadura. No es un día para reivindicar la decisión de Galtieri de llevar a nuestro país a una guerra sino para reflexionar y para recordar a los ex combatientes y caídos, pero hacerlo en un contexto de democracia (Volpe, 2021).

No se sabe la cantidad exacta, pero según los registros dan cuenta de que los muertos de posguerra superan a los de las islas. La situación fue relatada por los mismos combatientes: “volver a nuestras casas fue incluso más duro que la guerra misma, sobre todo en los primeros periodos”. Muchos de ellos se suicidaron o terminaron muriendo por ausencia de políticas de Estado.

“Uno tipeando, convirtiendo ese sufrimiento en un documento judicial o judicializable. Adaptando lo inadaptable a las lógicas del campo. A los requerimientos formales. “Formula denuncia”, “V.S.”.

Se hace difícil encontrar sentido a esas lógicas cuando lo abominable cobra corporeidad con cada significante”. (Guerrero Iraola, Tecnología de Impunidad, 2021, p.147)

La guerra de Malvinas constituye un capítulo más de la Dictadura cívico eclesiástico militar. Los paralelismos, las continuidades, los artífices, las lógicas de formación y acción fueron las mismas. Por esta razón, tenemos que asumir que los ex soldados conscriptos combatientes en Malvinas han sido las últimas víctimas colectivas del Terrorismo de Estado. (Guerrero Iraola, Tecnologías de Impunidad, 2021, p.49).

En esta fecha es de suma importancia recordar a nuestros soldados, pero también saber lo sucedido con ellos durante el trayecto de combate, los padecimientos a los que fueron sometidos, no sólo por la dificultad de la guerra en sí misma, sino también hay que tener en cuenta la edad que tenían en el momento que fueron enviados, el equipo de armamento que les suministraron, la época en que fueron enviados a combatir, y sobre todo quienes cuidaban de ellos. Es decir, la guerra fue iniciada por el mismo Estado que asesinó, torturó y desapareció a miles de personas ¿qué garantías de cuidado le podía dar ese Estado a nuestros soldados?. No había una estrategia bélica ni una planificación certera. Las fuerzas armadas que desembarcaron en las islas Malvinas no estaban preparadas para enfrentar tal conflicto.

Lo concreto es que los soldados fueron torturados por este Estado que los envió a combatir. Se produjeron inmensas violaciones a los derechos humanos de los combatientes, básicamente, como respuesta a dos cuestiones: frente a algún reclamo por padecimiento de frío, hambre o cansancio extenuante; o bien como represalia por procurar alimento. (Guerrero Iraola, Tecnologías de Impunidad, 2021, p 137).

“Brusco es el viento que empuja a un soldado herido en el monte” Martín Raninqueo, Haikus de guerra.

El hundimiento del crucero general Belgrano y un crimen de guerra

El 2 de mayo de 1982 la entonces primera ministra de Gran Bretaña, Margaret Thatcher, dió la orden de que el submarino HMS Conqueror atacará al buque de guerra de la Armada Argentina, a pesar de que en ese momento navegaba fuera del área de exclusión fijada por Londres. Por consecuencias de este atentado fallecieron 323 tripulantes argentinos, en lo que se denominó como el ataque más letal durante la guerra. De acuerdo al derecho internacional, el hundimiento del Crucero General Belgrano configuró un crimen de guerra.

¿Héroes?

Siguiendo en la línea de la revisión discursiva, proponemos detenernos en la palabra “Héroes”. Según la RAE, significa “persona que realiza una acción muy abnegada en beneficio de una causa noble”. Dicho ésto, ¿Que cuestionarías? ¿Qué te llama la atención?

Te contamos que nuestra posición parte, en principio, de rescatar a esas personas que si bien responden a la palabra “Héroe”, no debemos olvidar que dentro del contexto en el que sucedieron los hechos, fueron pibes obligados y torturados. La inferioridad de condiciones subjetivas y materiales, no es un dato menor en todo éste análisis, ya que dentro la táctica del olvido implementada por años y aún vigente, éstos pibes fueron “Héroes” porque no les quedó otra.

Las Fuerzas Armadas buscaron en ellos un producto, una especie de “Rambo” que solo existe en las películas, un héroe granítico, inmortalizado en el bronce de sus veintitantos años, orgulloso de la milicia, profundamente chauvinista. Una persona alienada, producida en serie en los laboratorios. Parafraseando a Elena de la Aldea, dentro de ésta alienación, abunda el efecto desubjetivante, es decir, prevalece la acción directa, maquínica y repetitiva. El héroe no puede detenerse a pensar, cuestionar y revisar lo que está sucediendo, no está permitida la reflexión, la urgencia lleva al acto compulsivo e impulsivo porque “no hay tiempo”. No hay tiempo para las necesidades singulares.

Nuevamente, expuesto esto, ¿dónde queda la subjetividad de cada uno de ellos? ¿Dónde queda la voluntad, el deseo y el consentimiento a la hora de participar en una guerra?

En palabras de Jerónimo Guerrero Iraola, el héroe, no siente, no llora, no sufre.

Los relatos sobrevinientes de la gesta heroica, son parte de las tecnologías del olvido y la impunidad. Hay allí un juego perverso entre la subjetividad y la trama, una apuesta a recrear un estado de situación en que cobre potencia la mirada del grupo social, una estrategia de control multipolar sobre los discursos circulantes y las personas. En dicha concepción, considerarse víctima implica dinamitar ese constructo de heroicidad premoldeado. Lo más complejo, es que al hacerlo se deja al desnudo a los demás.

Es por tanto que lo más resonante y coherente es hablar de “Soldados conscriptos”, teniendo en cuenta que al nombrarlos de esa manera, ubicamos un sustantivo y un adjetivo, un nombre y un apellido. Conscripto, lejos de ser un sustantivo que nomina al ser, es un adjetivo y por ende se atribuye como cualidad, a una parte del todo.

Entendemos que lo que se encuentra conscripto es ese soldado, haciendo alusión a la obligatoriedad y a lo no voluntario, por lo que el foco, desde nuestra mirada, debe estar puesto ahí.

En suma, sostenemos que la revisión discursiva como dimensión reparatoria es fundamental para hacer lugar a la pluralidad de voces, rescatando la historia de cada uno de aquellos soldados que fueron cruelmente vulnerados en sus derechos.

“Una letra le puede mover una coma a alguien”.

¿Por qué hablar de las torturas en Malvinas como crímenes de Estado? ¿De dónde surge la responsabilidad estatal?

03/04/2024

García Navarro Samanta, González Luciana A., Greiner Alexander E.